domingo, 28 de julio de 2013

Pasapalos Para Flojos


Sigo hablando sobre las comidas que en pequeñas porciones solemos repartir al momento de celebrar tomando bebidas alcohólicas. No tengo dudas que de ahí viene es su venezolanísmo nombre, pues sirven para bajar los tragos, o como decimos acá, pasar los palos.

Los alimentos que comenté en mis posts anteriores, en los que hablaba de tequeños y demás formas más o menos pasadas por grasa hidrogenada, suelen requerir de cierto tiempo y trabajo de preparación. Por eso mi idea hoy es hablar de aquellos pasapalos que no requieren demasiado trabajo pero que son igual de enviciantes.

Primero están todos aquellos que pueden sacarse de una bolsa, predominantemente de pasta de maíz, aderezados por importantes cantidades de sal, sabor artificial y amarillo número cinco; horneados o fritos, dependiendo del gusto del consumidor, todos ellos tremendamente adictivos. Luego están las semillas que vienen también procesadas, como los maníes, nueces o merey

Acá aparece una combinación que me gusta bastante de nueces con pasas, la imagen viene de primicias24.com 

Estos pasapalos, como vienen aderezados con sabores más o menos fuertes, basta entonces con abrir la bolsa o caja e inmediatamente ponerlos en unos boles. Su ya mencionado alto contenido de sal los hacen ideales como acompañantes de los tragos (sobre todo para los dueños de bar), porque provocan una sed endemoniada.

Acá cabe mencionar que el temor por el efecto nocivo del exceso de sal en la salud ha hecho que mercados más segmentados que el nuestro ofrezcan productos bajos en sodio, a veces tenemos la suerte de compartirlos en nuestras latitudes, pero lo que normalmente se consigue son los tradicionales salados.

No quiero hacer publicidad aquí, presumo que la forma de estos pasapalos es inconfundible. Imagen de www.brandeating.com 

Pero a veces esos simples pasapalos de bolsa no bastan, y por eso se inventaron los dips: unas salsas mas o menos cremosas de sabores también fuertemente respetables. Estos comenzaron haciéndose de forma casera: en mi familia se guardaba una receta a base de queso crema ablandado al que se le agregaba un sobre de sopa de cebolla y quizá crema de leche para ponerlo mas líquido. Hacerlo era tan fácil como se lee.

Otro dip también rápido y delicioso se hace con pepitonas guisadas, queso crema ablandado y leche. Lástima que en esta época de escaseces sea difícil conseguir los ingredientes de manera regular.

Al escoger esta imagen de dip, quise homenajear igualmente a las galletas Ritz, que por décadas han amenizado las fiestas. 
La foto viene de informe21.com 

Pero la industria suplió esa inventiva casera en los dips y creó las cremas ya listas. Nuevamente, en destinos más civilizados, la zona de los snacks en los supermercados es penosamente extensa, al punto que nosotros, los pobres mortales acostumbrados a ir a cuatro lugares para buscar una sola marca de leche, nos volvemos locos ante tantas opciones.

Habrá quien me critique este post por no tratar de buena comida, objeto original de mi blog, y creo que coincido con ellos: este tipo de pasapalos no son comida, al punto que cuando uno los come en exceso, por flojera de no querer cocinar, o porque no tenga otra alternativa alimenticia, suele quedar con una sensación mezclada de remordimiento con llenura, sin que el hambre se hubiera necesariamente satisfecho. Tal vez sea por el simple hecho de que el subconsciente sabe lo que estamos metiéndole a nuestro organismo. 

Pero no cabe duda que bien sea por lo particular de sus ingredientes, sea por el crujir al morderlos, por la sal, por su sabor, el encanto de estos pasapalos es que nunca parece ser suficiente lo que comamos de ellos. ¿O seré yo, que soy tragón irredento?