domingo, 5 de abril de 2015

Margarita Gastronómica

Foto cortesía de mi hija Maru, tomada el día del asopado

Debería comenzar dando explicaciones por mi largo mutismo. Desde mayo del año pasado no colgaba nada en Gordon.

Hice incluso una entrada que explicaba el por qué. Pleitos por las redes sociales que forzaron una suerte de silencio decepcionado, aunado con condiciones físicas, producto seguramente de la próxima llegada a mi quinta década de edad. Motivos suficientes para que el pobre texto explicativo nunca viera la luz.

Pero en realidad lo que rescata a Gordon Blue de ser Gordon Oblivion es la palabra solidaria de mis lectores. A ellos muchas gracias por su animo y por su consecuente lectura. Espero no volver a caer en otro largo hiato.

Por mi inminente viaje a la Isla de Margarita, mi prima @mapaula5 me sugirió que escribiera sobre las empanadas. Como es conocido, este plato es especialidad insular, sobre todo las de cazón.

Cabe decir que durante estos últimos meses de silencio cociné un par de veces este pequeño escualo en pisillo, incluso bosquejé alguna entrada en la que contaba que para mi sorpresa, no es demasiado difícil hacerlo, más allá de quitar una piel que parece papel de lija y que debería servir de exfoliante. Imagino que es válido que ofrezca guindarlo como una próxima entrada.

De empanadas y otros fritos ya hice un par de entradas en el pasado, por lo que no quería repetirme, así que quise escribir algo más completo, y por eso el título de esta entrada.

Reencontrar a Margarita fue una excelente sorpresa, no porque esta amable isla dejara de ser un fenomenal lugar para descansar en sus hermosas playas, sino por la respetable oferta de comida y buena atención que hoy en día puede encontrarse.

Sobre las empanadas, en playa Parguito las encontré en las mesitas laterales atendidas por matronas; allí probé una de chorizo. En la calle del hambre cerca de La Caracola, frente al Central Madeirense, conseguí de pabellón (el plátano de relleno siempre me cautiva), queso, carne y pollo. Además, pueden comerse arepas y desayunos completos a precios solidarios.

En Pampatar, frente al mar conseguimos un restaurant del otro mundo, al que llegamos por su fachada, y ante la mirada incrédula de los empleados no supimos sino hasta que probamos los platos que era uno de los mejores de la Isla. Entiendo que es una de las tendencias locales.

Su fama es muy bien merecida. Pude probar de entrada unas arepas de cochino, un pulpo asado, unos cebiches y un vuelve a la vida gourmet que seguramente pondrán el nombre de la Isla en los mapas de cualquier festival.

Mi plato principal fue un mero en reducción de sardinas que me hizo imaginar al Garum romano como salsa digna de quienes conquistaron al mundo antiguo y pudieron saborear los mejores manjares de la época, al contrario de lo que alguna vez opiné.

Los restantes miembros de mi familia probaron unas costillas y una pasta al ragú de pulpo grandiosos. Comimos tanto que no pudimos con los postres. Queda pendiente una nueva visita, por lo que les auguro una larga vida, sobre todo para poder regresar.

En las cercanías a Playa El Angel conseguimos de casualidad una pizzería al Horno de Leña cuyas pizzas eran para quitarle el habla al más conocedor.

En Playa Caribe pudimos comer un par de Parguitos asados con tostones y ensalada, junto con la atención cariñosa de parte de quienes estaban en el local. En Juan Griego disfrutamos de un asopado de mariscos durante la puesta de sol que adorna esta entrada, junto con cebiches de pescado y botuto y unos mejillones dignos de un rey.

Las ostras en la playa siempre son una excelente opción, solo que deben tener cuidado con el conteo de conchas al final de la comida, ya que es un ejercicio digno de las estafas callejeras que aparecen en las películas. Pueden surgir docenas nunca consumidas, pero supongo que es parte de la diversión. Mi recomendación en este sentido es contarlas junto con los vendedores, y mejor mientras las van sirviendo, para no conseguirse con sorpresas desagradables.

Repitiéndome, la oferta gastronómica de la Isla es fenomenal, aunado con el hecho que quienes te atienden tratan de hacerte pasar una excelente experiencia y olvidarnos por unos días de las cosas cotidianas y extraordinarias que te quitan la calma. 

¿No son para eso las vacaciones?