domingo, 25 de mayo de 2014

Papelón

Continuando con mi descripción no programada de ingredientes culinarios, hoy quería hablarles de uno autóctono: el papelón. No estoy demasiado seguro del origen del término, se que por ejemplo en Colombia existe, pero se le llama simplemente “panela”.

Se trata de un subproducto de la refinación de la caña de azúcar, muy presente en nuestros orígenes coloniales, y por lo tanto vinculado al ya anciano modo de vida de los cañaverales, ingenios y trapiches, donde se elaboraba.
Foto propia de la panela que actualmente tengo en casa.
Presenta color marrón, como de caramelo quemado, y originalmente tenía forma tubular, aunque cada vez cueste más conseguirlo así, siendo lo más común su presentación en panela, origen seguramente de su denominación neogranadina.

El sabor del papelón le es característico. Es una mezcla de dulce, ahumado y un toque salobre. Ideal para casi todos los preparados criollos. Constituye un elemento autóctono con el que puede distinguirse cualquier plato local y ganar reconocimiento en otras latitudes.

El papelón está presente en una de nuestras bebidas, cuando se le disuelve en agua y se le acompaña con zumo de limón. Sonará de Perogrullo, pero a esta bebida se le llama “papelón con limón”. En esta época de escaseces, cuando estamos volviendo por necesidad a los orígenes, encontrarse con este refresco criollo es gratificante, sobre todo cuando el calor aprieta.

El papelón también se emplea en platos salados. Es un ingrediente ideal para lograr el color oscuro del asado criollo: Al momento de dorar la carne, basta poner un poco de papelón rayado en el caldero y le añadirá además del color, su sabor característico.

Con el papelón se hace el “melao”. Este no es un término exclusivo del que se elabora con papelón, también se le denomina así a los almíbares, pero el de papelón es un caramelo medio espeso preparado rayándolo primero y luego poniéndolo a fuego mediano con algo de agua en una olla. Es ideal para bollos, pero también es ingrediente especial para las arepas dulces fritas con anís.

En este último caso, el melao se mezcla con la harina de maíz, añadiéndole unos granos de anís dulce, sal y queso blanco duro rayado.  Las arepas se aplanan bien y se ponen a freír en un caldero. No sabía si era parte de una conseja popular, pero me habían dicho que al momento de dejarlas caer en el aceite, había que girarlas sobre sí mismas para que se abombaran un poco.

La primera vez hice varios ensayos y mi hallazgo fue que cuando dejé de hacerlo, las arepas quedaban de una pieza, duras como posavasos de bar antiguo, mientras que cuando les daba vueltas sobre su eje dejaban crecer uno de sus lados. Con esto demostré al menos empíricamente que la sabiduría popular puede ser acertada.
Foto de http://esnobgourmet.com/2012/06/08/arepitas-dulces/ donde puede verse una receta del plato
 
Las arepitas dulces no deberían comerse muy frecuentemente, a menos que queramos desafiar a nuestros cardiólogos, pero sin duda que forman parte de esos placeres pecaminosos de la gastronomía criolla.

Vale la pena recordar que en el caso anterior lo que puede hacer al plato poco atractivo desde el punto de vista de salud es que viene frito en aceite. Pero el papelón es empleado por un grupo de cultores de la salud como endulzante, pues se entiende que al ser menos refinado que el azúcar blanca, puede lograr su efecto neutralizante de sabores extremadamente amargos o fuertes en bebidas como el café, sin sus efectos perniciosos.

Con estas breves líneas he querido dejar ver que el papelón es tan versátil que puede emplearse en todas las comidas en nuestro país: Puede uno desayunarse, almorzar, merendar y cenar con alguno de sus derivados.

El papelón nos ha acompañado desde siempre, pero pudiera ser que lo estemos abandonado, porque para usarlo haya que procesarlo un poco, requiriendo un tiempo que desgraciadamente tenemos cada vez menos.

martes, 6 de mayo de 2014

La Receta del Día: Gordon Blue

En posts anteriores me he encargado de hacer mofa de los nombres con que los venezolanos - y los latinoamericanos en general - empleamos para nuestras comidas como derivado de nombres extranjeros. Todos los países de nuestro continente deben tener su aterrizaje local de términos importados.

A vuelo de pájaro se me ocurre un ejemplo del castellano en distintas naciones hispanoparlantes: A la torta la llaman en Chile “Queque”, en obvia mención a la palabra inglesa que la define. La misma torta en México es un tipo de sandwich muy popularizado en los 70 y 80 del siglo pasado por el Chavo del 8, que está hecho con unos panes redondos muy parecidos a los pita hebreos. En España, una torta es un co... golpe... que le dan a uno cuando nos ponemos impertinentes.

Este tipo de juegos de palabras alrededor de la comida generó mi Gordon Blue, el cual constituye un pasatiempo que disfruto mucho y me ha traído grandes satisfacciones, a pesar de que el mes pasado quebranté mi disciplina autoimpuesta de escribir aunque fuera un artículo: Abril pasó de largo con todo y Semana Santa sin que tenga siquiera una buena excusa por no haber escrito nada.

Pero como son las cosas, hoy uno de mis lectores más fieles, el popular @raulrj me envió una nota del portal Noticias 24 en donde se daba como receta del día nada más y nada menos que Gordon Blue. La nota llevaba un link de youtube a un programa peruano en el que lo preparan.

Les dejo entonces el link de la noticia. Si el ancho de banda se los permite y sobreviven el cotufismo de los animadores (la TV latinoamericana parece estar siempre llena de saludos a amigos en el aire y bromas que solo los que están en el set entienden), la receta es bastante sencilla de preparar, aunque las milanesas sean hechas al grill y no fritas como las haría yo, y si usan la cantidad de nuez moscada que sugirieron volverán incomible el plato:


Muchísimas gracias a Raúl por acordarse y por ayudarme a salir de esta sequía intelectual.