lunes, 29 de febrero de 2016

Día de bono: panelas y casabe como comida de carretera



Pocas veces en la vida se le da a este servidor, veterano en las artes de procrastinar, la oportunidad de enmendarse como con este día bisiesto.

En efecto, si se supone que debo cumplir una meta autoimpuesta de escribir al menos un post al mes, y este mes trae un día adicional producto del movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol, pues ¡Bienvenido! Aunque quedó bastante chucuto por caer en lunes.

Quiero escribir sobre dos ejemplos de ventas de comida de las carreteras venezolanas. No es que las transite demasiado, pero hay algunas rutas que frecuento, en las cuales es casi obligatorio comprar la comida famosa de cada zona.

Las panelas de San Joaquín, en Carabobo, son una suerte de biscocho duro que se vende cortado en piezas rectangulares envueltas en papel, en las cercanías del pueblo en la propia autopista, por las mujeres que agitaban los paquetes al paso de los vehículos. Estimo que por las obras del ferrocarril, las ventas se mudaron hacia el Peaje de La Cabrera, perdiendo parte del encanto.

Las panelas son deliciosas, aunque conviene advertir que será inevitable aspirar el carro una vez que se llegue al destino, pues sus migajas terminan por todos lados y lamentablemente cada día están más costosas y pequeñas.

Otra comida de carretera son los casabes. En la vía a Oriente, en la zona de Cúpira, pueden verse los distintos kioscos vendiendo variedades del Casabe, entre los que se cuentan con mantequilla, queso y orégano, papelón o naiboa, entre otros.

Alguna vez visité una factoría de casabe y pude observar una cosa interesante: La torta de casabe grande se hace en un budare especial de concreto redondo, cuya medida es similar a una rueda de bicicleta. No es casualidad, es que la medida que el artesano emplea al vaciar el budare es una rueda de bicicleta.

El casabe se suele hacer a la leña, la cual le aporta su particular aroma ahumado, empleando yuca rayada  a la que previamente se le ha exprimido el jugo, pues entiendo que puede llegar a ser tóxico.

Originalmente para exprimirla se usaba un sebucán, que era una cesta tejida especialmente para apretar su contenido. Ahora emplean modernas prensas. El casabe de oriente es un poco más delgado y quebradizo que el que elaboran los indígenas de Bolívar, el cual es bastante grueso, duro y que se ablanda con distintos picantes.

Hay muchos otros casabes producto de procesos más industrializados que son sabrosos, pero nunca con ese sabor especial que sólo la carretera puede dar.

Recorrer las carreteras de Venezuela siempre ha sido un placer, a pesar de los tiempos angustiosos que vivimos, en los que los horarios se restringen por problemas de seguridad personal. 

Tomando las precauciones adecuadas, siempre es grato detenerse en estas ventas, aunque sea por unos minutos para aprovechar sus distintas ofertas gastronómicas.