En uno de mis primeros posts había hecho la formal promesa
de no volver a tocar el tema, Pero las promesas son para incumplirlas, sobre
todo aquellas que te haces a ti mismo sobre propósitos tan nobles como irreales
como comer mejor, menos, o hacer ejercicio.
Como gordito perenne he escuchado La frase que titula este
post incontables veces en mi vida. Casi siempre en boca de gente genuinamente
preocupada por mi salud, otras tantas en boca de personas que te quieren
fastidiar.
Pensando en la brigada de tíos, amigos y parientes
bienintencionados pero poco atinados: ¿No creen que uno, que se mira al espejo
todos los días y que trata de cerrarse la ropa desesperadamente, no se da
cuenta?
No necesito decir quiénes me lo dicen, pero es que lo hacen SIEMPRE
que nos vemos, con lo cual uno los saluda como perro entrando en patio de bolas
criollas.
Entonces, si agarran la indirecta: Muchas gracias por su
preocupación, pero resérvenla para algún otro gordito. ¿No habrá otro en la
familia?
Si hablamos de etiqueta, pues una de las normas de principal
observancia es evitar poner a aquel con el que se conversa en un predicamento,
y sépanlo, uno se resiente porque obviamente es quien carga a diario con el
sobrepeso.
Concluyendo, queridos familiares y amigos preocupados,
cuando me vean, por favor, absténganse de frases por el estilo como “Estás más
repuesto, o más gordito, o ¡Como sea!
Aunque ya hace un mes que terminaron las festividades
navideñas, desgraciadamente el sobrepeso no se ha ido tan fácilmente, por lo
que les ruego: ¡Tengan piedad con la miseria!
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