domingo, 29 de septiembre de 2013

De la Colonia Tovar. Conservas y Mermeladas


De las buenas cosas que he conseguido en los mercaditos populares son las frutas frescas. Es cierto que algunos supermercados hoy en día tienen excelentes proveedores, sobre todo porque la mayoría de ellos son regentados por miembros de la comunidad portuguesa, la cual tiene todavía en el país una buena red de paisanos productores del campo, muchos de ellos en los cultivos que rodean la ciudad, en las zonas rurales de El Hatillo, Baruta y Carayaca, por mencionar algunos.

En el mercadito que suelo visitar hay un puesto de unos Coloniotovarenses que venden excelentes productos cultivados por ellos, entre los que se destacan brócolis, ajo porros, aliños verdes, duraznos, tunas y fresas. 

Así se ven las fresas para la venta (foto de www.venezuelatuya.com)


No estoy demasiado seguro si “Coloniotovarenses” es el gentilicio, pero ya saben que me refiero a los descendientes de alemanes que desembarcaron en el Siglo XIX por Choroní  - antes que ese puerto se volviera una colección de posadas llenas de danzantes de tambores en procura de Turistas - y se establecieron en las montañas de Aragua, nombrando su comunidad en honor al MInistro de apellido Tovar, que les permitió asentarse.

Foto panorámica de la Colonia Tovar sacada de Wikipedia, con crédito a www.venezuelatuya.com 

Las fresas de la Colonia Tovar son famosas en nuestro país; creo que no necesito elaborar mucho esta idea. Imagino los trabajos pasados por los colonos para lograr adaptar a nuestras montañas llenas de alimañas tropicales al fruto importado de la templada Europa. Debió ser una labor equivalente a la epopeya de erigir una aldea como sacada de la Selva Negra en la cordillera de la costa venezolana. 

Otra especie que no estoy demasiado seguro si se importó o si se conseguía autónomamente son las moras. Mi duda estriba porque recuerdo de niño escaparme en expediciones para conseguirlas silvestres en terrenos baldíos del Alto Hatillo o La Lagunita. Habida cuenta que casi no quedan terrenos baldíos ni mucho menos moras silvestres, podrá el lector hacerse una idea de mi edad.

Con los frutos de la Colonia Tovar me ha dado por preparar mermeladas y dulces en almíbar que me han hecho conservar la línea mas ancha que larga que mantengo. Estas son las maneras tradicionales de conservar los frutos para poderlos disfrutar más tarde, a pesar de que hoy en día el exceso de azúcar sea perseguido por las autoridades de salud.

Las conservas ayudaban a los antiguos, como esbocé en el párrafo anterior para almacenar ciertos frutos  y consumirlos en períodos de escasez, como el invierno o el tiempo entre cosechas. Aquel que haya tenido un árbol frutal generoso, sabe que las frutas son muy sabrosas las primeras semanas, luego comienza uno a repartirlas entre familiares y amigos, para finalmente terminar renegando de la bendita mata. En tales casos las conservas y dulces son una manera de aprovechar los frutos y resistir a la tentación de pegárselos a los transeúntes.

El secreto de las mermeladas y almíbares es el balance con el dulce: La mermelada de fresa no puede tener una proporción uno a uno, pues queda empalagosa. No ocurre igual con la mermelada de moras, pues estas son muy ácidas. Los duraznos en almíbar son simplemente un vicio tan fácil de preparar que no se por qué he gastado tanto en mi vida comprándolos en los supermercados.

A mi no me quedan las mermeladas tan primorosas, pero macho que se respeta no le para a eso (foto de www.rtve.es)

Ciertamente, desde que he incursionado en la preparación de estos dulces no he vuelto a necesitar comprar productos similares y cuando me toca probarlos me queda una satisfacción interior de saber que a mi me salen igual o más sabrosos. En futuros posts prometo contar un poco mejor cómo preparo estas recetas.

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