domingo, 24 de mayo de 2015

Tiempos De Sequía



En mi entrada anterior comenté sobre la larga e inaceptable pausa que me llevó a casi un año de silencio y prometí que trataría de evitar que se repitiera. Parece, no obstante, que la sequía de los últimos tiempos se traslada también a las ideas, fruto posiblemente del estado general de tristeza que nos agobia a todos.
 
Desde hace un par de días, algunas nubes se han encargado de prometernos que la sequía está por terminar. Al menos en nuestra ciudad, por lo pronto, la densa humareda que la cubría y que hacía ver el cielo de color gris azulado ha cedido ante unas cuantas lluvias.
 
La sequía en el paisaje y en la naturaleza puede ser algo normal, producto de las estaciones. Ya conocemos casi de memoria que hay fenómenos meteorológicos que se repiten cada cierto tiempo con nombres como el niño o la niña en los que corrientes cálidas prolongan las carencias, magnificadas por la proverbial incapacidad de nuestros gobernantes de planificar.

En los tiempos de sequía, la naturaleza nos muestra gratos aspectos que vale la pena resaltar, y dicho esto, por fin voy a poder llevar al amable lector a la materia de este blog.
 
Los tiempos de sequía hacen que todos los árboles florezcan, por lo que el paisaje se llena de amarillos, anaranjados y rosados araguaneyes, bucares y apamates, por nombrar solo tres árboles. Otro tanto le ocurre a la fruta que en tiempos de sequía suele ser más dulce. Naranjas, piñas, mandarinas, melones, lechosas y patillas dan fe que cuando todo se ve más árido podemos contar con mejores sabores. Por contraste, cuando vuelve la lluvia pueden perder un poco de ese buen gusto.
 
No estoy seguro si con eso la naturaleza nos pide paciencia, pero llevándolo a nuestra realidad nacional el mensaje que recibo es de esperanza, pues los frutos que estamos viendo, aunque escasos, son siempre más sabrosos.

No perdamos entonces la paciencia.

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