domingo, 18 de diciembre de 2011

Segundo de Diciembre


El fin de semana pasado funcionó como esos capítulos de telenovela en los que hacen fiestas justo en la etapa culminante de la temporada y se encuentran todos los protagonistas, aunque no peguen ni con cola. Para los efectos de este blog, hice dos cosas que mencioné en post pasados.
Participé en el encuentro familiar para hacer hallacas en casa de mi hermano, donde fui parte de un batallón que despachó entre bromas y tragos dos enormes ollas de guiso en espacio de unas cinco horas. 


Lástima que fuimos los primeros sorprendidos, porque si nos hubiéramos organizado, a lo mejor ya estuviéramos en el Guiness. 
Descubrí una vocación por amarrar hallacas. Habilidad que sin duda ya perdí luego de una semana, pues tiene dejos de tejedor de nasas y requiere de una paciencia que no me conocía.
También aproveché y, como en la película de Louis De Funès, saqué el pernil que desde las navidades pasadas hibernaba en mi congelador. 

Luego de un adobo versión libre del de Armando Scannone, lo horneé la noche de sábado para domingo, dejando a toda mi casa y vecinos drogados con el olor del cochino cocido.

Imagen obtenida de http://caracas.olx.com.ve/todo-para-su-cena-navidena-iid-82380922

El resultado parcial fue que se produjeron ciento cuatro hallacas y otros tantos bollos, mas un pernil que sirvió de almuerzo dominical para unos cuantos comensales. Fue un fin de semana de cocina intensiva. Salí cansado pero contento por haber completado un par de cosas de mi lista de pendientes. 




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