domingo, 27 de noviembre de 2011

Restaurantes Buenos y Malos

Todos estos posts tienen el propósito de ponerme al día con el tiempo que no escribí en mayo, septiembre y octubre. Como el ritmo autoimpuesto era de uno por mes, aún estoy por debajo en dos para completar las doce contribuciones por año.
Quería escribir sobre lo que era el propósito primigenio de este blog, como era celebrar la inventiva culinaria venezolana, misma que se manifiesta con los restaurantes ubicados en las distintas urbanizaciones de la ciudad. 
Urbanizaciones que por céntricas fueron dejando de ser asiento de familias para convertir casonas en comederos. Pero si sigo por este derrotero, el post lo tendré que publicar en mi otro blog que es http://wulebal.blogspot.com/ el cual está más abandonado que este.
En Caracas se abren restaurantes con asiduidad. Ahora que estamos en época de vacas flacas el ritmo ha disminuido, pero igual sigue habiendo emprendedores. Esto debe demostrar que el negocio como que es bueno. 
Todos los restaurantes tienen por fin último ganar dinero, algunos son menos disimulados y simplemente te cobran por lo más mínimo, mientras que otros son un poco más escrupulosos y procuran darte algo a cambio. Como en todas las actividades en la vida, hay también los idealistas, quienes normalmente duran poco o pasan mucho trabajo.
No resulta fácil decidir cuáles restaurantes son buenos o malos en nuestra ciudad, Soria ya nos daba ciertos tips para no morir en el intento, como sería evitar menús plastificados o con muchas variedades de platos, o aquellos sitios en los que el Chef anda socializando, mientras la cocina se manda sola.
En Caracas los sitios nuevos normalmente son faramalleros. Las decoraciones, los nombres, la comida, pueden ser inspirados (cuando no copiados) de los lugares de moda en las grandes capitales del mundo. No es de extrañar que en Caracas veamos denominaciones y presentaciones idénticas a aquellas de Nueva York o Argentina,  aunque no siempre se trate de franquicias. Lo normal es que mientras el lugar tiene ambiente sofisticado, la probabilidad de que te esquilen con la cuenta sea directamente proporcional. 
Hay lugares que tienen arrancada de yegua y frenada de mula. Son aquellos en los que tu comida llega rápido, es de calidad aceptable, pero una vez que te traen el café, los mesoneros se desentienden y no rematan, por lo que puedes pasar el resto de la tarde esperando a que te dejen salir, o escaparte musitando un piadoso “que Dios te lo pague”, mientras sales sin mirar atrás, esperando que no te hagan la pregunta asiática.
Al que no conozca la pregunta asiática, la misma ocurre cuando alguien del staff o de la vigilancia del restaurante, le pregunta a uno que “Asia” dónde se dirige. 
Me podrán argumentar con razón que la preposición se escribe distinto y que el sustantivo pertenece a un continente, pero a mi favor puedo decirles que si les piden a los inquisidores que formulen la pregunta por escrito,  es tremendamente probable que la pregunta termine formulada de manera asiática, en esta época de ortografía deficiente.
Volviendo a lo mío, la decisión sobre si un restaurante es bueno o malo es absolutamente subjetiva. En lo personal, un restaurante me parece bueno cuando me atienden bien, la comida me gusta y el precio también; lo que me convierte en un cara común en materia gastronómica, porque, ¿A quién no le va a gustar algo así?

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