sábado, 23 de octubre de 2010

Sexto. De los Asquerositos

Un amigo italiano se burlaba de nosotros los venezolanos, porque según él, llamábamos a los perros calientes de la misma forma que en inglés, pero traducido verbalmente. No se como les dirán en Italia, presumo que “Ot-dogga”, pues ellos tienen una limitación gutural nata hacia lo que signifique el sonido de la jota como primera consonante.
En Venezuela los perros , comúnmente conocidos como  “asquerositos”, pueden comprarse en carros en la calle. Estos carros son como los hijos perdidos de la locomotora a vapor, puesto que necesitan agua para poder funcionar y se mantiene caliente mediante una cocina a gas con bombona, por lo que suelen verse humeando en las distintas calles de Caracas.
Los perros criollos están a buena distancia de aquellos robustos frankfurters que pueden comerse en cualquier calle de los Estados Unidos, en los que la salchicha realmente sabe a vaca. En nuestro perro, las salchichas de color verdoso flotan en un agua amarillenta y los panes se sacan de una nube de vapor también de color amarillento. 
Es edificante presenciar el momento del ensamblaje del perro, en el cual el “perrero” alterna rítmicos golpes al carrito, usando la tenaza metálica que es fundamental para su  trabajo, mientras saca primero el pan blando de estar tanto tiempo vapor, lo coloca en un papel semi parafinado que jamás podrá servirnos de servilleta, abre el pan con el pulgar de la mano con que lo sostiene y luego le coloca la salchicha.
Tradicionalmente le pone luego cebolla y repollo, ambos sin cocinar, papas ralladas fritas y también puede espolvorearle encima al perro algún aserrín blancuzco aromatizado como queso. Puede entonces aderezar el perro, además de con las tres salsas tradicionales (ketchup, mayonesa y mostaza), con gran variedad de salsas. Según la fama del “perrero” mayor será la variedad. Así, las más comunes son de ajo, de cebolla, rosada, una verdosa que puede saber a cilantro, y picantes de distintos tipos. 
Pero me doy cuenta que la descripción pudiera ahuyentar a cualquier neófito escrupuloso y es de vital importancia apuntar, que a pesar de la fidelidad de todas las descripciones a la realidad, los asquerositos son de las cosas más sabrosas que he probado en mi vida.
En infinidad de ocasiones he intentado reconstruir la receta del perro callejero en predios domésticos, sin que los resultados sean del todo satisfactorios: nunca saben igual. Supongo que como honrosa excepción a la regla de los buenos ingredientes que esbozé en alguno de los posts anteriores. 
Algún amigo en pasos similares llegó a alquilar un carrito para realizar los mismos experimentos y me dijo que lo único que le había faltado hacer era llenar los carritos con el agua usada del tobo del coleto y preparar los perros con el carro andando al lado botándole el humo de escape al preparado.
No se realmente si tales circunstancias de contaminación e ingredientes de dudosa calidad llegan a contribuir con el sabor de los perros de la calle, o si es el gusto por lo peligroso, pero, como les dije arriba su sabor es excepcional.
Visto lo precario del preparado, es cosa segura que al pegarle al perro el primer mordisco, el aderezo vaya a parar en nuestra camisa, corbata o zapatos. Para evitar esto se ha desarrollado la conocida técnica de pararse en “posición de comer perro caliente”, algo parecido a la forma como los catchers se acuclillan, de forma tal de esperar lo inevitable sin perder el glamour. Otras personas prefieren inclinarse sobre los cubos de basura que abundan alrededor de los carritos, pero personalmente esto lo encuentro un poco ahuyentador del apetito.
Los perreros son sitios de encuentro, sobre todo a la salida de fiestas si el obsequio ha sido exiguo o si en ellas nos concentramos en cosas distintas a comer. Lamentablemente con la inseguridad, estos negocios callejeros deben ser frecuentados, o bien en grupos muy grandes, o con extrema precaución. De igual forma, en esta época de enfermedades resurrectas (colera, bilharzia, amibiasis y un pavoroso etcétera), deben buscarse  aquellos que sean demostradamente higiénicos.

3 comentarios:

  1. se me antojo un asquerocito... Yum Yum!

    otro deltalle de las salsas tradicionales (ketchup, mayonesa y mostaza) es que estas son diluidas con gua para rendirlas y la procedencia de esa agua tambien le da un sabor distinto a ellas. Sera la misma agua con la que cocinan las salsichas?

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  2. Y antes de rendirlas, las salsas eran de las mas baratas, pero eso lo arreglan cuando se las ponen al perro: No importa la distancia, siempre aciertan el chorrito.

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  3. jajajajajajajajajajaj bueeeeenisimo al extremo!!!!!

    Sr. Gordon Blue deje decirle que si otros articulos de los suyos son tan buenos como este lo animo a un monológo, por que verdaderamente tiene usted madera, que buena clase de humor negro, donde sin querer ser graciosos deja desparramar unas cuantas "Carcajadas"·

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